Gordon E. Johnson

RETOS DESDE LA CRUZ

LOS RESULTADOS DEL TRIUNFO DE LA GRACIA EN LA VIDA DE JACOB  (4)

Los tratos más profundos de Dios con los santos del Antiguo Testamento

G. Ernesto Johnson

Seminario Bíblico Río Grande

Edinburg, Texas

Introducción

           

En los tres previos estudios hemos visto la paciencia de Dios en llamar a Jacob y luego empezar el doloroso proceso de reducir su corazón intrigante a un corazón quebrantado y humilde. Tal proceso sigue constantemente en nuestros propios corazones. No nos debe sorprender que Dios busque el corazón contrito y sumiso, tal lo bendecirá.

            En breve repaso hubo siete encuentros, el último siendo con Dios mismo:

1.       en el vientre de Rebeca Dios lo escoge en pura gracia a pesar de su carácter futuro

2.       en la compra de la primogenitura a Esaú aprovechando su desprecio de lo espiritual

3.       en el tremendo engaño de Isaac y Esaú al robarle la bendición por pura mentira

4.       en la huida de Esaú previniendo el decreto de muerte, venganza de Esaú defraudado

5.       en los líos con su tío, Labán, siendo Jacob engañado tres veces

6.       en el escape de Labán, Dios no le permitió que le hiciese daño porque venía el último y final encuentro con Dios mismo

7.       en la lucha con el Ángel de Jehová y la confesión de su nombre - Jacob suplantador.

Mirando atrás Dios lo escogió sabiendo muy bien las feas características egoístas de Jacob, pero a la vez comprometiéndose a moldear a éste tan mentiroso en un patriarca ejemplar. De alguna manera Dios vio en Jacob un deseo de buscar la bendición, pero casi siempre a su propia manera carnal.  Hasta el mero fin Jacob venía haciendo sus planes de persuadir a Esaú  a recibirle pacíficamente, pero antes de que pudiera hacerle frente, Dios lo iba a interceptar y exigir una franca confesión de su mal. ¿Cuál es tu nombre? Jacob suplantador. Con tal confesión y agarrado del Ángel, Dios le cambia su nombre de Jacob a Israel. Como consecuencia, el Ángel le tocó el muslo y Jacob demandaba una bendición. Pero de ese día en adelante Jacob cojeaba, siendo convencido de que llevaría tal cojera por el resto de su vida, recuerdo presente de su vieja naturaleza, la marca de la Cruz.

  1. Después del quebrantamiento, reconciliado con Esaú, lo no esperado Gen. 33

A.         Dios sabe arreglar los temores de Jacob

Esaú aparece, pero Dios ya le había cambiado su parecer.  Jacob, no cabe duda, esperaba lo peor. Inmediatamente después del encuentro con el Ángel, mientras cojeaba: "Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él."  Preparándose para este próximo fatídico encuentro, sin duda el peor de su vida, dividió a los niños y a sus madres, Lea y Raquel y a las dos siervas pone a Raquel y a José al final; pero ahora tiene, no como antes, la valentía de ir por delante "y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano" (Gen 33:3).  ¡Tan grande debiera haber sido la sorpresa de Jacob porque el texto dice: "pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron" (4). Se le desapareció de repente el temor más grande de la vida de Jacob. En lugar de tener que volver Jacob a echar mano de las maquinaciones del pasado, Dios le había cambiado el corazón de Esaú. Lejos de matarlo, quería abrazarlo. 

No puedo probarlo, pero creo firmemente que Dios efectuó este tremendo cambio en Esaú, un viraje de ciento ochenta grados, después de la lucha de Jacob con el Ángel y el quebrantamiento del corazón de Jacob, el suplantador. Él sabía muy bien que Esaú había salido con cuatrocientos hombres no para felicitar y saludar a su hermano a quien estaba comprometido a matar. En cambio, Dios hizo lo que Jacob con todas sus maquinaciones nunca pudiera haber hecho.  ¡Qué tremenda lección para nosotros! Dios tiene los medios de aliviarnos los temores más fuertes cuando nos humillamos y le permitimos descubrir nuestra carnalidad.

Esaú le pregunta por qué tanto regalo; Jacob responde para hallar gracia delante de tus ojos. No era nada malo el regalo, pero semejante cosa no cambiaría el corazón de nadie, mucho menos el de Esaú.  Pero Dios sí puede cambiarlo, pero sólo cuando confesamos nuestro mal y nos sometemos a Dios. Pero Jacob quería dárselo: "No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido" (10).  Veo algo muy importante en este simple dicho.  Antes después de haber luchado con el Ángel en Peniel (que quiere decir, el rostro de Dios) dijo: "Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma" (32:30). ¡La cara de Dios le había cambiado y ahora la de Esaú era como la de Dios mismo para él!  Cuando vio a Dios, no tenía por qué temer a nadie ni nada. La cara más espantosa se volvió en la cara de Dios. 

Tratamos de cambiar nuestras circunstancias por nuestros planes o cambiamos el carácter más rudo de quien se opone a nosotros y fallamos por cierto. Pero cuando dios obra profundamente en nuestro propio ser, a Dios le es cosa pequeña transformar lo otro.  Otra vez es el principio de la Cruz, al morir hay resurrección y vida nueva. En el acto de morir al viejo hombre, la prueba que nos pone en crisis es ver de nuevo el rostro de Dios.  Dios sabe tornar cada prueba en una nueva visión de Dios. Así andamos y así crecemos.

B.         Jacob grandemente aliviado vuelve a edificar el altar – el papel de la adoración

            De nuevo en la Tierra prometida, lo primero de hacer después de establecerse y a su familia: "Y erigió allí un altar, y lo llamó El-EloheIsrael" (33:20).  Se debe notar que  el altar vuelve a ser el eje de su vida. Abram al llegar a la tierra prometida edificó un altar y así hacía sucesivamente después de cada salida para bien o mal. (Gen. 12:7: 13:18;2 22:9; [Isaac] 26:25).  Jacob ahora recuerda la visión de Betel (28:18);  no puede menos  que adorar a quien le había tratado con tantas misericordias a pesar de su vergüenza pasada. La verdadera adoración vuelve al altar, el lugar de muerte y después la vida.

            Debe notar también el nombre que le da al lugar.  No es insignificativo que es El-EloheIsrael. Éste es el primer uso de Israel, el nuevo nombre dado en base de su quebrantamiento.  Después del quebrantamiento, la Cruz trae la transformación del carácter y Dios nuestro Elohim cobra un nuevo significado íntimo. Cuando Dios así nos toca el corazón por el "radio" - radium-  de la Cruz (como solía decir el dr. F J. Huegel, mi mentor), no podemos volver a ser lo mismo nunca.

            Aclaro que Jacob, ahora Israel, no llega a ser una persona perfecta sino una persona transformada hondamente ante Dios.  Pero no puede volver a ser lo mismo. Sí en cierto sentido podemos volver a entregarnos a la carne - existe sí- esa posibilidad siempre hasta que estemos en presencia de Dios.  Pero al fin y al cabo, la obra de Dios en base de la Cruz aplicada a nuestra vida nos separa de manera cualitativa del pasado. Romanos 7 nos deja con la posibilidad de volver a andar en la carne, pero en nuestro andar por fe no es tan probable. A lo menos tal entiende la debilidad de la carne y recurre más directo a la Cruz.

11.       Jacob/Israel vive las consecuencias del triunfo y las fallas pasadas

A.         Lo que es sembrado es cosechado, una ley inexorable e implacable.

            Me gustaría decir que un verdadero encuentro con la Cruz no nos garantiza una vida de tranquilidad o ser exento uno de las consecuencias de la vida carnal ya pasada.  No cabe duda de que Dios perdona, transforma, da victorias muy grandes, pero tendremos que vivir las consecuencias de nuestras decisiones malas, mitigadas por cierto por la gracia de Dios, A veces son presentes en la vida nuestra o a veces tristemente en la vida de nuestras familias. Así fue para el pobre Israel.  Dios nos enseña esta ley: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra  para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna" (Gal. 6:7,8).

            Vamos a trazar la vida de Israel de manera breve. Se ve en él el cambio de vida tal como el cambio de nombre desde suplantador hasta príncipe quien ha luchado con Dios. Jacob tiene un nuevo rumbo de vida, pero Dios le recuerda de su pasado para mantenerle alerta y vigilante siempre. Claro las pruebas y los dolores que le llegaron a causa de sus hijos no es directamente culpa suya.  Sin embargo Dios le recuerda que vivían sus hijos en el mismo ambiente de su vida pasada de Jacob. Nos es motivo de humillación recordar el pasado, pero es muy saludable ser recordado del pasado ya perdonado para que no lo repitamos.

            1.    En Génesis 35 el capítulo entero se dedica a la violación de Dina, hija de Lea por  Siquem, el heveo.  Fue una vergüenza para la familia, pero añadida fueron la traición y las mentiras de los hijos de Jacob en general (13) y Simeón y Leví en particular (25). Después de ponerles a los de pueblo la trampa, los dos hijos los mataron a todos  y saquearon el pueblo. Tal mentira y trampa pudieran haberle recordado a Jacob de su propia mentira y engaño de Esaú.

            2.    Pero para animarlo más en Gen. 35, Dios vuelve a re-confirmar el pacto con Jacob, el que le dio en Betel en su viaje rumbo a la casa de Labán. Bajo órdenes de Dios, Jacob le quitó a su familia los dioses y edificó un altar y volvió a nombrar el lugar Betel (35:7).  Dios vuelve a recalcar el cambio de nombre: "Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob, no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel."   Jacob ahora andaba más como Israel y Dios le recompensa y responde Israel con un altar y una libación (Gen. 35:14,15).

            3.     Israel como todo ser humano vive la vida humana. Le muere Raquel (35:16-21).  Sus hijos se portan mal. Durmió Rubén con Bilha, la concubina de su padre ( 22). Muere Isaac (27-29).  Sigue en Génesis 36 los descendientes de Esaú, mostrada cierta gracia aun a Esaú.  En Génesis 37-47, Israel vive por muchos años la tristeza de sus hijos, quienes vendieron a José, su hijo más amado a los ismaelitas.  Por fin sigue toda la historia de las mentiras, traición, engaño que le hicieron su hijos a Jacob en parte como Jacob había engañado a su hermano y a su padre, Isaac. En medio de esta larga historia de José, está el triste relato del pecado grosero de Judá contra su propia muera, Tamar (Gen. 38).  ¡Qué triste y vergonzosa la realidad!

Claro en todo esto no podemos echar la culpa a Jacob, pero de una manera Dios le hacía que cosechara los propios pecados del pasado. No podemos nunca pecar impunemente pensando que la gracia de Dios nos va a librar de toda consecuencia del pecado.  Si sembramos a la carne, la corrupción la segaremos. Con Dios no hay excepciones.

B.         Pero termina bien la vida de Israel bendecida por José y honrado por Dios

            1.  Quien sirve a Dios a pesar de sus fallas realizará la bendición y la provisión de Dios.  Aunque sufrió tanto Jacob por sus hijos tan rudos, los padres de las tribus, Dios le proveyó a Israel el fin de su vida en paz y tranquilidad.  Cuando perdió por algún tiempo a Benjamín, su hijo de vejez, se resignó ante la providencia de Dios. Les dijo antes de enviarlos a Egipto: "Tomad también a vuestro hermano, y levantaos; quizá fue equivocación. Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo así" (Gen. 43:14).  Allí está la madurez y la  sumisión a la voluntad de Dios.

            Luego en presencia de Faraón le preguntó Faraón: "¿Cuántos son los días de tu vida? . . . .  los días de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida  . . . . Y Jacob bendijo a Faraón y salió de la presencia de Faraón" (Gen 47.8-10). ¡Qué cuadro, Jacob el suplantador, ya Israel, bendice al rey pagano del mundo de aquel entonces! 

2.  Antes de su muerte Israel, quería bendecir a los hijos de José, a Manasés, el mayor y a Efraín, el menor.  Sin duda esto le recordó a Jacob de la bendición que le robó a su hermano, aunque era la bendición que Dios le iba a dar a pesar de sus tretas. A la vez le recordó que Dios lo había escogido a él siendo el menor y no a Esaú el mayor. Esto es evidencia patente que Dios escoge a quien quiere y no sigue el plan cultural.  Dios es soberano en su escoger y en tal se compromete por hacer la obra transformadora.  Lo hizo en Jacob y lo haría en Efrían, el menor, dando la precedencia sobre Manasés.  Así resultó la historia de Efraín entre las tribus.

3.  Antes de morir en paz, Israel da las bendiciones a sus hijos tan rudos pero que serían los líderes del pueblo de Dios.   No tenemos tiempo de examinar los detalles tan ciertos que iban a pasar en la historia de las 12 tribus. Una verdad es que Dios recuerda los pecados de dichos hijos de Jacob y no les da ciertos privilegios (en el caso de Rubén  (49:3; Simeón y Leví  49:5-7; Dan [omitido en Apocalipsis 7] 49: 16-18). Pero en el caso de Leví esparramado entre las tribus por su valentía  vivirían en las Ciudades de Refugio, una maldición tornada en bendición.

Pero lo muy notable es que le da a José doble bendición por ser tan fiel a pesar de tantos padecimientos por sus propios hermanos.  Resultan dos tribus, Efraín y Manasés.  Al fin de la vida Jacob, ya Israel, deja una abundante bendición  para las generaciones futuras.  Dios se justifica en haberle escogido y por haber obrado tan profundamente en este suplantador que por fin luchó con Dios y Dios ganó. ¿Cuál pude ser mayor bendición de luchar con Dios y Dios gana y recibe la honra y la gloria?

111.  El honor cumbre que Dios le permite a Jacob; Dios es el Dios de Jacob

            El mayor honor se lo da a Jacob Dios al dejarse llamar más de treinta veces el mismo Dios de Jacob en el Antiguo y el Nuevo Testamento.   A veces se representa como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.  Pero más de veinte veces mayormente en los Salmos y en Isaías Dios se llama el Dios de Jacob. Claro tantas más veces se llama el Dios de Israel que a veces quiere decir del patriarca Jacob y a veces el nombre del pueblo de Dios. De todos modos, Jacob que empezó  tan mal, pero por la gracia de Dios llegó a ser el  mismo nombre del pueblo de Dios: el mismo Dios se digna a tomar el nombre del Dios de Jacob.  Para mí esto es estupendo, maravilloso e increíble.  ¡Qué trayectoria tan maravillosa, el triunfo de Jehová en la vida de un pobre hombre que  dejó que Dios lo humillara y luego lo exaltara de tal manera.  Esto es la obra de la Cruz en el Antiguo Testamento.  Está en pie hoy en el día de hoy, el siglo veintiuno. Dios nos ayude a conocerlo de esta manera.

G. Ernesto Johnson

23 de mayo de 2005