Gordon E. Johnson

RETOS DESDE LA CRUZ

Los triunfos de la gracia en la vida de Moisés (3)

Éxodo 5-12

Moisés, testigo del triunfo de Dios sobre los dioses de Egipto

Los tratos profundos de Dios con los santos del Antiguo Testamento

G. Ernesto Johnson

Instituto Bíblico Río Grande

Introducción

Por fin Dios ha conquistado la resistencia de Moisés frente a su llamado para ir a Egipto y ser no más el instrumento en la mano de Dios para liberar a su pueblo (Ex .4:1-18).  No fue un triunfo completo; Dios le concede el acompañamiento de Aarón, pero por lo menos se fueron.  De acuerdo con el plan de Dios, Faraón no los recibió.  Pero la oposición era de parte de Dios para que la gloria fuese exclusivamente para sí. (1 Cor.1:26-31: 2 Cor. 4: 7) "Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano" (Ex.4:20). Aquella vara sería el medio divino para ejecutar las doce plagas transformando lo común y corriente en la omnipotencia de Dios mismo (Éxodo 7-11). En los siguientes capítulos veremos como Dios actúa para sacarse la mayor gloria.  Dios no concede nada a la carne ni a la sabiduría del hombre. Moisés es sólo testigo y siervo obediente –lecciones gráficas para nuestra vida. Veámoslas.

I.         Dios hace frente a los dioses egipcios y Moisés es testigo no más  Éxodo 5-7:13 

A.  Empiezan mal las cosas pero es de esperarse porque orquesta Dios su plan  Al principio los ancianos de Israel recibieron bien a Moisés y a Aarón y creyeron en ellos (Ex. 4: 31).  Con tal principio tan positivo, representaron los dos a su Dios ante Faraón. Pero oyeron sólo "¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel. Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel" (Ex. 5:2). Lo que resultó fue el empeoramiento de la situación: mantener la misma producción fuerte de los pobres israelitas sin la paja tan necesaria para hacer ladrillo (5:8-19).  El pueblo respondió así: "Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervo, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten" (5:21).  Pobre de Moisés con el doble problema. "Señor, ¿Por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?  Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo y tú no has librado a tu pueblo." (5: 22, 23).  Tan corto de vista tal como tú y yo al empezar a seguir al Dios soberano.  No entendemos el espíritu de la Cruz. Hay que pasar por la muerte antes de ver la resurrección. Esto se le repetiría a Moisés tantísimas veces.

            B.  Responde Dios  con una nueva revelación de su nombre – Yo soy Jehová  6:1-8  Ante esta situación cada vez peor, Dios se revela en la plena fuerza de su nombre. Basta su nombre: Yo soy Jehová – soberano, independiente, capaz de llevar a cabo cualquier plan. Los recursos son míos, no tuyos; déjame ser quien soy, el Dios del pacto a Abraham, a Jacob y a Isaac. Aun esos patriarcas no me conocieron así como Jehová (6:3). Te doy un pacto basado aun más firmemente en mí mismo, una revelación más profunda y concreta.  Fíjese en lo que pasa, veinticinco veces en ocho versos Jehová  dice «yo» «me» «mi» usando pronombres, verbos y adjetivos para subrayar que este proyecto es mío, no tuyo. En tantas palabras: descansa en mí.  Pero responde el pobre Moisés: "he aquí soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oír Faraón" (30). ¡Qué paciencia de Dios aun con su siervo Moisés!  Pero Dios siempre deja que las tinieblas se hagan más oscuras para que su luz resplandezca más brillante en nuestra hora difícil de flaqueza.

            C.   Jehová no lo deja en su desánimo sino que se revela de manera más fuerte aún  Ex. 7: 1-5.  Aquí Dios le camina la segunda milla.  "Mira yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano será tu profeta" (7:1). Debemos tomar en cuenta que así decía Jehová frente al encuentro de Moisés con Faraón, el más poderoso de todos; Egipto era en el cenit de su poder mundial.  Sin Dios la tarea de Moisés hubiera sido una imposibilidad absoluta.  Pero Jehová en estos versos profetiza exactamente lo que haría.  Parecía que estas palabras de Jehová les bastaban a Moisés y a Aarón. Luego la notita Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres.  Con la vara en la mano, símbolo del poder óptimo de Dios, entraron a tratar con Faraón.  Empezó la lucha y el triunfo de Jehová.

II.      Dios en acción contra las huestes malignas de la idolatría –lucha espiritual Ex 7-11

            A. Empieza la  lucha espiritual; la serie de diez plagas representan el poder de Jehová contra las fortalezas egipcias.  No hay el porque de entrar en estos detalles pero resultan las plagas:

            1.   El Río Nilo el centro de Egipto vuelto en sangre 7: 14-25

            2.   La invasión de las ranas                   8: 1-15

            3.   La invasión de los piojos                   8: 16-19

            4.   La invasión de las moscas                8: 20-32

            5.   La plaga del ganado             9: 1-7

            6.   La plaga de las úlceras                     9: 8-12

            7.   La plaga del granizo             9: 13-35           

            8.   La plaga de las langostas                  10: 1-20

            9.   La plaga de las tinieblas                   10: 21-26.

           10.   El anuncio de la plaga de la muerte   11:1-10

            B.  El poder supremo de Jehová contra el poder limitado de los magos.  A principio los magos pudieron duplicar el fenómeno de  la vara de Aarón: la vara convertida en culebras (7:11-12);  el río convertido en sangre (7: 22);  las ranas (8:7); pero encontraron su derrota en la invasión de los piojos: "Y los hechiceros hicieron así también para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron" (8:18).  No cabe duda que el diablo puede duplicar hasta cierto punto lo que Dios le permite, pero no puede triunfar finalmente.  Lo que sigue es la obstinación de Faraón. No podemos más que admirar la valentía y la persistencia de Moisés y Aarón.  Resultó exactamente como Dios les había dicho. Vemos una tensión entre la  rebeldía de Faraón endureciendo su propio corazón y la soberana voluntad de Dios juzgando tal rebeldía y al exagerarla, por fin triunfar sobe ella.         

La acción de Faraón nos da un cuadro del corazón humano.  Cuando la molestia y las consecuencias llegaron a su extremo, se oye una petición somera después del azote de las langostas. Dijo Faraón: "He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez y oréis a Jehová  vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal" (10:16,17).  Varias veces Moisés oró por Faraón a petición de él, pero no era el arrepentimiento, al contrario era como el de Saúl (1 Sam. 15:24) y de Judas (Mateo 27:4).  Lo muy notable es que las varias veces que Faraón pedía que Moisés orara por él o quitara el azote, Dios lo hacía aun sabiendo que era superficial y no real.    

C.   Tenemos que tomar muy en cuenta que esto fue la mayor lucha espiritual entre las huestes malignas y las del bien hasta tal hora. Vemos la primera en el Huerto de Edén (Gen. 3:15); 2.) esta misma lucha (Ex: 7-11); 3.) luego en Job alrededor de una sola persona (Job, 1,2); 4.) el príncipe de Persia (Dan. 10:13, 20); 5.) 5.) Zacarías el sumo sacerdote desafiado por Satanás (Zac. 4: 1-10);  6.) el encuentro de Jesús en su tentación diabólica  (Mateo 4:1-11; 7.)  el combate  por excelencia fue en la Cruz del Calvario cuando Cristo lo aplastó una vez para siempre. "Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre" (Juan 12:27, 28).  8.) el final encuentro en Apocalipsis 16 en las siete copas derramadas sobre el mundo que pone fin a la gran Tribulación y el establecimiento del Reino del Mesías.. Que nadie dude de que las huestes malignas han sido conquistadas en el Cruz de Cristo. "Y les dijo (Jesús): Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo" (Lucas 10: 18). "Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraerá a mí mismo" (Juan 12: 31,32).

            D.  Aquí entra la victoria de la Cruz sobre Satanás. En Egipto Jehová libró la lucha contra la idolatría tras la cual están los demonios en pleno desfile (1 Cor. 10:19-22).  Frente a frente Moisés y la vara de Dios se opusieron al mundo del maligno.  Pero sería más tarde en la Cruz que Jesús despojaría las huestes del mal. "Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Col. 12:15).  Entramos en esta victoria identificados con Cristo en tal victoria.  Esto tiene las más profundas consecuencias en el ministerio de liberación que logró Jesús y en la cual andamos por fe.  El verdadero poder de Dios nos ha sido delegado en base de nuestra unión con Cristo en muerte al pecado, aun en el ambiente del diablo, y ya sentados con él en lugares celestiales (Ef.1:3; 2:6; 6:12).

III.       La Pascua el contrapeso a Calvario y el cuadro de la vida victoriosa  Ex 12      

A.  La Pascua es el tipo y la Cruz es el antitipo o el cumplimiento de la verdadera liberación.  En el Antiguo Testamento todo el mundo está de acuerdo que Egipto representa el mundo bajo condenación; la pascua, el derramar y aplicar de la sangre y el comer de la carne asada del cordero representan la vida cristiana de manera gráfica.  La muerte del primogénito egipcio fue el «tiro de gracia» para los egipcios. La décima plaga fue el golpe fatal.

            B.  La Pascua proyecta perfectamente la salvación en su anchura y hondura.  Tristemente en la presentación de la Pascua, como obra redentora, ha sido un énfasis casi exclusive en lo importante de la aplicación de la sangre derramada en los postes y el dintel. Tal aplicación de afuera sí que revela la salvación en su aspecto de justificación, cancelando y librándonos de toda pena y castigo de muerte.  No cabe duda es una  preciosa verdad que no debemos minimizar para nada.  Pero hay otro aspecto casi perdido que recibe muchísima atención en el trato de la fiesta.  Me refiero al comer de la carne del cordero y las condiciones bajo las cuales se debe comer.

            C.   Los detalles de la Pascua son llenos de profundo significado  Ex. 12

"El mes os será el principio de los meses y para vosotros será éste el primero  en los meses del año" (12:1). Luego tenían que separar un cordero sin defecto alguno.  Si la familia era demasiado pequeña para comer, podrían incluir a otra.  Note que el límite tendría que ver con el poder comérselo todo. El cordero fue escogido en el día décimo y sacrificado en el catorce. "Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas que no han de comer" (12:7).  Hay sólo dos menciones de la sangre: vs 13; "y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y  pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto."

            Pero ahora viene lo más importante el comérselo todo pero bajo estrictas condiciones: 1.) "y aquella noche comerán la carne asada al fuego con panes sin levadura . . . ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua sin asada al fuego . . . Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana y lo que quedare hasta la mañana , lo quemaréis en el fuego. Note las condiciones personales: Comerán . . . con hierbas amargas lo comerán . . .lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies. Y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová."  Hay las dos menciones de la sangre aplicada, pero seis veces la orden de comérselo todo (8 bis, 9, 11 bis).

IV.   La Pascua -- Cristo por nosotros, justificación;Cristo en nosotros, santificación

            A.  La Pascua  y la salida de Egipto representan la salvación en términos  veterotestamenarios.  No cabe duda de que el éxodo de Israel desde Egipto por la sangre derramada y el poder de Jehová equivale a Calvario en el Nuevo Testamento. Los profetas, los salmistas y los reyes vuelven constantemente a la Pascua como la salvación del pueblo de Dios. El dar de la ley en el Monte Sinaí constituyó a Israel el hijo de Dios: "Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así; Israel es hijo, mi primogénito" (Ex. 4:22). Por lo tanto todos los elementos que constituyen la salvación deben verse en esta gran fiesta: " . . . porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificado por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura . . . sino con panes sin levadura, de sinceridad y verdad" (1 Cor. 5:7,8).

            B.   El rol del cordero es muy evidente; era un sacrifico, una expiación que le permite a Dios pasar por encima de su pueblo y no juzgar su pecado. Así Cristo tomó nuestro lugar, siendo nuestra propiciación (Rom. 3:25).  Pero lo que no recibe el debido énfasis casi nunca es que para los israelitas lo más urgente era el comérselo todo bajo dichas condiciones que visualizan el andar cristiano: 1.) con hierbas amargas, identificación con Cristo en sus padecimientos (Fil. 3:10); 2.) carne nada cruda ni cocida en agua sino asada --  nada del esfuerzo humano sino a través de la cruz; 3.) nada dejado para luego sino quemado como un holocausto, una fragancia al Señor (Rom. 15:3); 4.) ceñidos los lomos -- un andar disciplinado, crucificado (1 Ped.1:13,14);  5.) calzados vuestros pies, bordón en la mano comiendo apresuradamente (Ef. 5:15-18). ¡Qué cuadro de la vida victoriosa, vida crucificada con Cristo bajo el señorío del Cordero.

            Pero hay una porción aún más clave de la boca de Jesús: "De cierto de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré en el día postrero. Por que mi carne es verdadera comida y mis sangre es verdadera bebida. el que come mi carne y bebe mi sangre en mí permanece y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mi." (Juan 6:53-57). Sus discípulos dijeron: "Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?" Jesús responde: "El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (6:60, 63).  Jesús introduce por primera vez el otro aspecto tan importante de la vida cristiana, prefigurado en el comérselo todo en la Pascua. En base de la expiación es Cristo por nosotros nuestra Justificación, pero  ahora introduce nuestra PARTICIPACIÓN, nuestra IDENTIFICACIÓN con él de manera tan íntima que representa el comer la carne asada de la Pascua.

            Se oye tanto de que Cristo murió por nosotros, bendita verdad, pero el eje de la salvación es Cristo en nosotros, nosotros en él, participando realmente en su vida resucitada por el andar en el Espíritu Santo.  No es nuestra pobre imitación de él sino la participación real en su muerte y su resurrección. Así es Romanos 6 -8 el mensaje de la Cruz. Sólo de esta manera pudiera Israel salir victorioso de Egipto para entrar en la promesa de la tierra que fluye leche y miel.

Ernesto G. Johnson

Rio Grande Bible Institute

March 2, 2006