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RETOS DESDE LA CRUZ

ROMANOS --LA VIDA ABUNDANTE EN UNIÓN CON CRISTO (8)

El papel clave de la fe en la justificación y la santificación
Romanos 3: 27 – 4: 25

Dr. G. Ernesto Johnson

Rio Grande Bible Institute

Introducción

n Romanos 3: 21-26, el pasaje clásico sobre la justificación, Dios nos ha dado la obra maestra del cómo, el cuándo y el por qué de la salvación nuestra. En solo seis versículos Pablo bajo la inspiración del Espíritu Santo nos abre el corazón del Dios trino, su corazón lleno de gracia y amor que a la vez honró en todo sentido su santidad y su respeto alto para con la ley de Dios. En nada perjudicó la ley de Dios la justificación del "impío que cree." Dios dejó caer la ira de la ley de Dios –la justicia de Dios, atributo incomunicable--sobre su propia persona, su amado Hijo. Este precio de rescate, o «kófer» compró nuestra redención.

En estos versículos Pablo entreteja los tres medios de la salvación: la gracia de Dios-el medio proveedor, la sangre-el medio meritorio y por fin el medio de la fe-el medio alcanzador. En destacar estas tres verdades resulta bien clara la gracia de Dios en agudo contraste con la ley de Dios. Sin embargo, Pablo no quiere en nada despreciar la ley de Dios en el rol preciso que Dios le había designado. "Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado" (Rom. 3: 20). Tal texto da fin a la larga condenación rotunda del pecador (Rom. 1:18-3:20). Pero sin tal condenación aceptada en verdad, no habría ninguna salvación. La ley sí que sirve pero sólo para sacar a luz el pecado como Dios lo ve en su santidad.

La gracia de Dios frente a la ley de Dios--las obras de la fe contra las de la ley

Para Pablo la ley se ve en el énfasis que cae siempre en las obras o nuestros esfuerzos de cumplir con la ley. Pero por su salvación nadie ante Dios puede jactarse en sus obras, ni aun Abraham mismo, el padre de la fe (Rom. 4:1, 2). Surge la conclusión: "¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras (es decir, la ley de Moisés)? No. Sino por la ley de la fe" (Rom. 3:27,28). Nótese que Pablo describe la fe como una ley o, mejor dicho, una fuerza o una dinámica operante que representa la gracia de Dios. Son dos dinámicas operantes, la de la fe y la de la ley, pero nunca operan juntas a la vez.

Lo que sigue identifica el autor de la salvación en base de la dinámica de la fe o la gracia de Dios. Dios mismo es el autor exclusivo de la salvación en su gracia por medio de la fe, tanto para el judío condenado como el gentil condenado (3: 29,30). Pero Pablo quiere defender el uso correcto de la ley. Denigrar la ley de Dios, la expresión de su santidad y su justicia o ira frente al pecado, él no lo quiere perjudicar. Se ve su preocupación por la pregunta que se contestará en Romanos 4. "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley" (3:31).

Pablo desarrollará el medio de la fe sin poner en tela de duda el papel bíblico y limitado de la ley. Anticipa en Romanos 4 la dinámica de la fe operante tanto en la justificación de Abraham como en la santificación de Abraham. Éste es un punto pocas veces visto por el lector. Pablo quiere unir tanto la justificación como la santificación sobre la mismísima base de la gracia de Dios por medio de la fe (Efesios 2: 4-10).

Abraham el padre de la fe pone en acción la fe justificadora Romanos 4:1- 3

Los judíos tenían en altísima estima a Abraham. Hasta algunos dijeron que se destacó de tal manera que nadie no pudiera ser comparado con él. Pablo lo pone por ejemplo pero niega fuertemente que pudiera jamás gloriarse ante Dios. Su fe ejemplar en salir de Ur de los caldeos marcó el principio de un andar de fe en Dios. Abrazó el Pacto Abrahámico de una tierra y un hijo que sería de bendición a todas las naciones (Gen.12:1-6). Pablo cita como evidencia de la fe justificadora de Abram Rom. 4:3; Génesis 15: 6: "Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia" Ésta fue la segunda vez que Dios le había confirmado el pacto a Abram. Acababa de salir de Lot y de recibir la bendición de Melquisedec, tipo de Cristo; le reiteró la promesa de un hijo y le dio una profecía formidable del futuro (Gén. 15: 7-21).

Las dos dinámicas opuestas la una contra la otra Romanos 4: 4-5

Pablo afirma categóricamente que operan en el mundo de hoy dos dinámicas antagónicas. No hay la manera de unirlas. Una excluye forzosamente a la otra. A nivel de las obras de ley o en un contracto humano quien entra en tal pacto pone su parte, por pequeña o grande que sea; luego según la ley tiene el derecho de exigir de parte del otro su sueldo o debido reconocimiento. Tal contrato es obligatorio. Y resulta en cierta igualdad. Tal sería un arreglo de ley humana pero nunca ante la de Dios (4:4).

Pero en un arreglo de gracia divina, el de no obrar, quien no puede ni quiere obrar, por la fe recibe por pura gracia lo que se le da. Tal es la gracia de Dios ante la fe que no tiene mérito alguno; en cambio se extiende la mano vacía para recibir lo dado y luego da gracias por lo bondadoso del dador.

Comparo siempre la fe a una mano vacía pero extendida que recibe con gratitud lo ofrecido. Por eso la fe es el medio divino/humano. Primero Dios por su Palabra viva y eficaz produce el deseo de recibir. "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." (Romanos 10: 19). Lo humano es el extender la mano vacía y recibir lo dado en gracia; lo divino es el cumplir con la promesa dada en la Palabra de Dios.

Otro testimonio de la fe y del perdón David después de su gran pecado Romanos 4:6-8

"Solo por el testimonio de dos o tres testigos, se mantendrá la acusación."(Deuteronomio 19:15). Abraham fue el primer testigo y vivió antes del dar de la ley pero fue justificado por la fe. David vivió después del dar de la ley y fue el segundo testigo que dijo:"Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: "Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos'" (4: 6,7).

Pablo cita Salmos 32:1 escrito por David después del Salmo 51, el gran salmo del arrepentimiento profundo. David había pecado gravemente, un doble pecado del adulterio con Betsabé y del homicidio de Urías, el fiel general del ejército de David. El pecado fue escandaloso y por 9 meses a lo menos David encubrió su pecado. Pero Natán, el profeta viene y le narra la historia de un pobre súbdito suyo a quien el rico dueño le robó su única corderita para darla de comer a un visitante. Al oír de tal injusticia David con indignación dijo que moriría tal malo. Viene la denuncia: "Tú eres aquel hombre" (2 Samuel 13: 1-14).

Frente a tal denuncia David reconoció su pecado y se arrepintió de tal grado que pudo escribir Salmo 32 con estas palabras tan claras de que los peores pecados confesados son perdonados y cubiertos. Luego agrega un punto aun más: "Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado" (4.8; Sal. 32:2). La justificación divina se extiende de tal manera que está cubierto cualquier pecado y que Dios no lo ve nunca más. En otras palabras, Dios ve al justificado a través de su propio Hijo quien no tenía pecado nunca. ¡Qué bendición! ¡Qué tal cobertura divina!

La perspectiva bíblica de la gracia de Dios frente a la ley Romanos 4: 9- 12

Recordemos la pregunta latente de Rom. 3: 31: "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley." Pablo establece con toda claridad que la ley sólo condena, denuncia el pecado, pero es impotente de perdonarlo. La ley sirve para puntualizar el mal. Pero arrepentido el "impío que cree", la gracia por medio de la fe lo perdona y lo justifica delante del Juez justo. De esta manera se confirma la ley. Desempeña su papel de hacerse conocer el pecado, pero la ley ni salva ni santifica nunca. Pablo nos va preparando el camino en el resto del capítulo y en Romanos 5 -8 que la ley no corresponde nunca al creyente como el medio de la santificación.

Tanto Abraham como David fallaron seriamente después de justificados por la fe. Abraham salió a Egipto y obedeció el consejo incorrecto de Sarai en el nacimiento de Ismael. David pecó contra Betsabé y Urías y al final contó a Israel que resultó en la muerte de muchos (2 Samuel 24: 1- 17). Sin embargo en cuanto a su posición jurídica delante de Dios tal conducta no cambió su posición de ser declarado justo ante Dios. Claro que estas faltas de fe afectaron grandemente su comunión con Dios y resultaron en las consecuencias fuertes. Pero su posición jurídica ante Dios era inalterable e incobrable. Por eso la justificación, el cambio de posición legal ante Dios, es la base segura de nuestra salvación.

Es la fe, no la ley, que garantiza la promesa a todos Romanos 4:13-17

Pablo ahora vuelve a tocar el vida de Abraham después del cambio de nombre de Abram - padre enaltecido a Abraham - padre de una multitud (Génesis 17:5). Lo pone como la vara de medir. Creyó en la promesa de Dios primero al salir de Ur de los caldeos (Gen.12:1-3) y luego la segunda confirmación de un hijo por el cual todo el mundo sería bendecido (Gen.15:6). Recibió la justificación así antes de ser circuncidado a la edad de 87 años con el nacimiento de Ismael (Gen. 17:1-27). Por eso la justificación no pudiera haber sido basada en la ley ni en tal rito porque Abram mismo fue incircunciso al recibirla.

A duras pena Pablo quiere separar de una vez para siempre la fe de la ley; además la circuncisión era la señal de Pacto Abrahámico fundado en la fe por la gracia de Dios. La circuncisión era la señal de la fe de Abraham; nunca era la base de la salvación ni para los judíos ni los gentiles. Éste es el argumento de Gálatas y aquí también en Romanos. Sobre esta base introducirá nuestra muerte a la ley en Romanos 7; 1)6/ Allí establece que ya morimos a la ley como el medio de la santificación para vivir llenos del Espíritu Santo dado en base de la justificación, llevándonos a la santificación de Romanos 8.

Unos versículos claves siguen: "Por tanto, es por fe; para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros, (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen" (4:16,17). Dios en su soberana misericordia hizo que la fe en la promesa a Abraham fuese la base de la salvación y no la ley y nuestros mejores esfuerzos. Así que la fe viene primero para que todos tengan la salvación tanto los gentiles como los judíos. Ninguna preferencia se les da a los judíos como ellos creían torciendo así el plan de Dios (Rom. 10:1-6).

La analogía de la fe justificadora que viene siendo la fe santificadora Romanos 4:18-25

Pablo ahora en su desarrollo de la fe anticipa lo que será el fruto de esta fe justificadora. A propósito pone otro ejemplo de la fe del padre de la fe, Abraham. Escoge precisamente la última expresión de la fe ya siendo creyente maduro puesto a prueba a la edad de 99 años y Sara teniendo 91 años – el nacimiento de Isaac, el hijo de la promesa. Esta fe y obediencia fue la culminación de la santidad de Abraham (Gen. 22: 15-18). "Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia la poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente (Cristo) serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz."

Este ejercicio de fe es el patrón para la mismísima fe que nos santificará siendo la dádiva de Dios, vida eterna. En cierto sentido Pablo nos prepara para el próximo paso, el del cómo de la santificación o una vida de victoria en Cristo crucificado.

Otro punto importante que tomar en cuenta Cristo resucitado para nuestra justificación

Al final del párrafo en Romanos 4:23, 24 Pablo especifica: "Por lo cual también su fe le fue contada por justicia, y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación." Termina Pablo aquí preparándonos para el primer resumen de la justificación en Romanos 5: 1- 8 y anticipa el resto de Romanos 5: 9 - 8:39. De allí pone el puente al próximo paso clave a la santificación o la santidad de la vida cristiana (Romanos 5: 9-11).

Se debe decir que la doctrina de la justificación en cierto sentido incluye la totalidad de la obra redentora realizada en la cruz de Calvario. Quedan implicadas otras doctrinas por introducir: la elección o la predestinación, el llamado efectivo, la regeneración y la justificación en su primer aspecto de la posición jurídica. Pero la justificación y la regeneración son gemelas que no pueden ser nunca.

Hasta aquí en Romanos 3:21-26, Pablo ha puesto gran énfasis en la muerte de Cristo, el «kófer» que Dios puso en propiciación por nuestros pecados. Tiene gran razón en tal énfasis. Pero se debe notar que en Romanos 4: 25, Pablo por primera vez introduce el otro aspecto de la misma verdad: el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. Para él la última frase sobre nuestra justificación incluye la resurrección la cual viene por delante dando la consumación y el clímax de la obra redentora de Cristo en la Cruz.

Una valiosa advertencia en base del debido énfasis en la santificación

Hago énfasis en esto porque tristemente la predicación en la iglesia local ha enfatizado en extremo la posición jurídica, sí que es la verdadera base de la salvación, pero no da dado debido énfasis en el segundo aspecto de la obra unitaria de Cristo, es decir, la santificación en términos bíblicos. Me refiero al cómo de la vida victoriosa en Cristo resucitado y la llenura del Espíritu Santo como el único medio efectivo de tal andar en santidad. Se ha dejado el mensaje de la "«evangelio» truncado con sólo el perdón de nuestros pecados y un pasaporte a los cielos. Claro que es parte central de la verdad, pero hay mucho más para realizar en unión con Cristo en muerte al pecado y nueva vida en el resucitado Hijo de Dios.

Aquel énfasis será la nuestra con tal que el Espíritu nos capacite para recibir por fe la victoria en Cristo como una dádiva divina. Tristemente sin querer dejar tal énfasis equivocado, hemos dejado los hermanos con la idea que tanto depende que nuestra «fe», «nuestro hacer»; nos ha quedado la vida cristiana como una lucha constante con tantos altibajos y poco éxito posible por la lucha contra nuestra propia carne.

En la próxima lección espero desarrollar la anatomía de la fe de Abraham al salir victorioso en la mayor prueba de su vida, el dar milagroso de Isaac. [La anatomía según el Diccionario de la Real Academia Española: análisis, examen minucioso] Ésta es la fe santificadora que nos abrirá los tesoros de la vida en unión con Cristo. "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios"
(Colosenses 3: 3). ¡Qué maravillosa vida al alcance nuestra fe!

Tuyo en el Mensaje de la Cruz,
G. Ernesto Johnson

www.kneillfoster.com Los demás estudios en inglés y en español se hallan allí.