Gordon E. Johnson

Home


RETOS DESDE LA CRUZ

ROMANOS --LA VIDA ABUNDANTE EN UNIÓN CON CRISTO (10)

Un mirada atrás y adelante hacia la meta de la santidad
Romanos 5: 1-8

Dr. G. Ernesto Johnson

Rio Grande Bible Institute

Introducción

Pablo ha llegado a mitad de camino hacia su meta en Cristo--"a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre." (Colosenses 1:28). Después de una condenación total del ser humano por su depravación total en Romanos 1:18-3:20, Pablo ha presentado la gracia sublime de Dios Padre en hallar la manera en gracia de salvar "al impío que cree." Era un sacrificio costosísimo, nada menos que la muerte de su amado hijo hecho una propiciación por nuestros pecados (Rom.3:25).

La muerte de Cristo satisfizo una vez por todas las demandas de la santidad de la ley de Dios. En gracia proveyó el "kofer" o el precio de rescate siendo la sangre de Cristo dejando que el amor de Dios se abundara en el perdón de todos nuestros pecados y en la restauración nuestra a ser herederos de Dios y coherederos con Cristo. En la justificación del "impío que cree" Dios nos declara o nos cuenta tan justos como su propio hijo; llevamos puesta la misma justicia de Dios en Cristo. Nuestra posición en Cristo es irrevocable, permanente y final. El Juez supremo ya ha hablado. Nada más queda por hacer.

En Romanos 4 Pablo ha ilustrado la realidad de la justificación de Abraham quien vivió antes de la ley y la de David quien vivió después de la ley. De esta manera Dios efectivamente estableció la justificación por gracia y no por las obras de la ley. Pero Pablo hace algo más con respecto a la fe en este capítulo. Abraham creyó y obedeció a Dios (Hebreos 11:8) estando aun en Ur de los caldeos al recibir el Pacto Abrahámico a la edad de 75 años. Unos años después de varias fallas, se le apareció para confirmar el pacto y "creyó a Dios y le fue contada por justicia" (Gen.15:6). A la edad de 86 años, Dios le dio el rito de la circuncisión como señal de la fe (Gen.17:1-16); a la edad de 99, le anunció el nacimiento de Isaac. Aun después él le pidió que sacrificara a Isaac en holocausto (Gen.22:10-18). Este proceso nos enseña que la fe no es un simple acto pasado sino una actitud muy presente que nos conduce a la santidad. Nos lleva a una condición de santidad la cual es la meta de Dios en nuestra salvación.

Un vistazo para atrás y para delante -- cinco bendiciones nuestras Romanos 5: 1- 5

Después de este recorrido del evangelio (Rom.1:16,17), Pablo se detiene ahora por un rato para contemplar la obra grandiosa de Dios en salvar al "impío que cree." Ha establecido la base de la vida cristiana que es la justificación; en cierto sentido la justificación abarca la totalidad de la obra salvífica--dándole una base forense o jurídica. Pero en otro sentido es como el cimiento firme and estable. Pero un cimiento no es nunca tan sólo la meta; es más bien la construcción de la casa entera: las paredes, el techo y los muebles que dan protección y albergue. Así en la vida cristiana nuestro andar diario es la nueva condición de la santidad que Dios nos provee como un don.

Pablo mismo hace esta distinción del fundamento y la casa en 1 Corintios 3:11-13: "Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cado uno cuál sea, el fuego lo probará."

La primera bendición: paz para con Dios. Se reza mejor: «habiendo sido justificado» expresa la voz pasiva y el participio aorista/pasado. Esto indica algo ya logrado de una vez que permite dichos resultados a favor nuestro. El primero es por la fe, la fe ilustrada tan activamente en Abraham; nos permite tener paz con Dios. Hay otra variante que se traduce: "tengamos paz" que deja la idea de que está al alcance nuestro y nos corresponde aprovechar las plenas bendiciones de la justificación. Antes era guerra y separación de Dios, pero ahora queda la aceptación divina y la plena reconciliación en Cristo. Esto marca un nuevo emprender en unión con Dios.

La segunda bendición: entrada en la gracia divina. En el Antiguo Testamento la entrada al tabernáculo era una vez por año en el Día de la expiación y sólo por un hombre, el sumo sacerdote "No en todo tiempo entre en el santuario tras el velo" (Levítico 16:2). El acceso era limitadísimo pero en agudo contraste Dios nos invita ahora a acudirle: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Heb. 4:16).

La tercera bendición: firmeza en esta gracia. Dios está a favor nuestro. Toda duda, todo temor se nos ha quitado. "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Rom.8:31). Esta frase suena como las palabras de Caleb y Josué frente al informe negativo de los diez espías: "Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes ni temáis el pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová. No los temáis" (Números 14:8,9).

La cuarta bendición: esperanza en la cual nos gloriamos. El pasado triste ha sido borrado definitivamente; el presente nos garantiza la paz, la confianza, la entrada y la firmeza en la gracia, pero aun más, el futuro nos es seguro en todo sentido. ¿Qué más podemos pedir? Una de las preguntas más perturbadoras es: ¿Qué viene después de la muerte? Esta interrogativa aflige a cada ser humano. Pero para el justificado no existe la menor duda ni temor. Pablo afirma: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1: 21). "Ausentes del cuerpo, presentes al Señor" (2 Corintios 5: 8).

La quinta bendición: nos gloriamos en tribulaciones. De repente parece cambiar las bendiciones en problemas. Nos no caen bien las tribulaciones, las cosas injustas, difíciles y contrarias. Pero aquí está la dinámica de la vida en unión con Cristo. Nótese como Pablo lo expresa. Hay un doble regocijo en el futuro garantizado y ya en el presente el carácter nuestro va siendo transformado a la imagen de Cristo. No es tan sólo un regocijo sino un gloriarse, un exaltarse. Viene en forma de apelar a nuestra voluntad. Es el modo subjuntivo: gloriémonos y exaltémonos. Esto parece imposible y lo es en la carne, en la energía nuestra. Pero Pablo lo afirma que sí podemos aceptar de la mano de Dios todo lo que nos manda. Basta su gracia.

Pablo sigue explicando el cómo realizar este cambio de carácter por el uso de un gerundio «sabiendo». El beneficio de la prueba no aparece de inmediato sino después de haber aguantado la tribulación en fe, dependiendo en el Señor y recibiendo de él las fuerzas. Esto toca la mentalidad o la actitud de fe en la cual debemos hacer frente a toda tribulación.

El proceso del crecimiento en gracia Romanos 5: 3,4

Con esta perspectiva de confianza y fe ponemos en marcha una serie de pasos que resultan en la confirmación de nuestra fe y el cambio de nuestro carácter más y más como el de Cristo. En otra porción Pablo lo explica en términos positivos: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. Por lo tanto, teniendo nosotros este ministerio--el del Espíritu--según la misericordia que hemos recibido" (2 Corintios 3:18; 4:1)

Examinemos más de cerca este proceso del crecimiento o maduración espiritual. Esto es crecer en gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo según Pedro (2 Pedro 4:18). Esta verdad de Romanos 5: 3 es una anticipación de Romanos 8:28, 29: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados . . . para fuésemos hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos."

¿Cuál es el proceso o el ciclo de crecimiento: primero en la tribulación, lo duro y lo difícil de aceptar viene la paciencia. La paciencia es la habilidad de retener nuestra confianza en tiempos contrarios. Pobre José fue vendido a la edad de diecisiete años por sus propios hermanos. ¡Qué injusticia! Pasó trece largos años sufriendo la afrenta y rechazo, pero después Dios lo levantó. Dios perfeccionó su paciencia. La paciencia en turno produce la prueba o experiencia. Habiendo pasado lo más duro por fe, uno agarra una nueva perspectiva, viendo que Dios, al final de cuentas, sí que es capaz de llevarnos adelante. Luego la experiencia se va transformando en una esperanza nueva y más profunda, habiendo sido realizado el propósito divino que puso en marcha originalmente el benéfico plan de Dios. La historia de Job en el Antiguo Testamento es un monumento que Dios da la doble bendición por cualquier golpe o prueba que permiten su amor y misericordia.

Un testimonio personal de que la tribulación produce la esperanza

Con el transcurso de los años he aprendido la verdad práctica de este proceso de gloriarme en las tribulaciones. A la edad de treinta años habiendo llegado a RGBI hace cuatro años, hicimos frente a una prueba muy grande. Descubrieron los médicos que traía un tumor en las tiroides el tamaño del dedo pulgar. La primera diagnosis tentativa por el especialista fue bastante negativa. "Usted tiene cáncer." Me explicó que en tal lugar tan crítico y tan cerca de las glándulas linfáticas podría extenderse rápido. Me dio seis meses de vivir con la condición de que sólo la operación haría la decisión final.

Tuvimos que esperar dos semanas para la intervención quirúrgica. Durante ese tiempo tuvimos que tomar decisiones. Mi esposa estaba embarazada con la última y ni yo la vería a ella. Pero lo que me sustentaba fue esto: Dios es bueno y no puede hacerme nada malo. Los doctores habían dicho que si la operación duró una hora y media saldría con los cuerdos vocales, si era de tres o cuatro horas que no. En esos años apenas estaba empezando a dar mis primeras clases en español. Mi futuro quedó oscuro a tal edad.

Gracia a Dios al operarme descubrieron que el tumor estaba todavía encapsulado y me lo quitaron todo. Resultó que tengo las cuerdas vocales a pesar de que ya tenía la garganta medio paralizada por el polio que me había pegado antes. Con gusto sirvo a Dios con dichas limitaciones. Al fin de cuentas nos gloriamos en la tribulación y agarramos nuevo ánimo y aprendimos a confiar más en Dios. ¡Eso me pasó hace cincuenta dos años!

La últimas dos bendiciones magníficas Romanos 5: 5

La sexta bendición: el amor de Dios. Ahora Pablo nos da la cumbre de la gracia de Dos en la vida cristiana. Las demás nos llegan como grandes bendiciones pero estas dos últimas bendiciones son más que móviles grandes para el disfrute de todo lo que tenemos en Cristo Jesús. Son de la esencia de Dios mismo, su atributo principal que acompaña la otra, la santidad y la tercera persona de la Trinidad. ¡Qué más pudiéramos pedir o recibir! El texto dice claramente que el amor de Dios derramado en nosotros por el Espíritu Santo es lo que realiza en nosotros la obra salvífica de Dios. "Y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios has sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que nos fue dado" (Romanos 5: 5).

Es muy sorprendente que sea la primera vez en el libro de Romanos que Pablo menciona textualmente el amor de Dios, con la excepción de una referencia de paso "por el amor de su nombre" en la introducción (Rom.1:5). Claro habla implícitamente del amor de Dios en poner a su hijo como propiciación por nosotros. Pero lo dice con referencia a satisfacer la ley. Debemos tomar muy en cuenta la perspectiva del Espíritu Santo al presentar el evangelio. Dios es amor
(1 Juan 4:8), pero a causa de la caída del hombre, Dios no pudo manifestarle su amor, un atributo principal. Ya resuelto el problema ante la santa ley de Dios que exigía la perfección, ahora sí que pudo expresar ese amor. Fue resuelto ese problema una vez para siempre por el "kófer" o precio de rescate, la muerte expiatoria de Jesús. Pero una vez aceptada la propiciación de Jesús, el "impío que cree" es declarado tan justo como Cristo mismo. Ya "somos herederos con Dios y coherederos con Cristo" (Rom.8:16).

El apóstol ubica el amor de Dios en su plan de salvación por darnos la magnificencia de tal amor. "Porque Cristo, cuando éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente apenas morirá alguno por un justo: con todo pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:6-8). Semejante amor nunca se ha visto antes ni será visto después. En la esfera humana es totalmente imposible. Con mucha razón Juan ha dicho: "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Juan 3:16, 17).

La séptima bendición: el Espíritu Santo. La tercera persona de la Trinidad es el ejecutor de toda la obra de Dios en el mundo y en el creyente. El Espíritu Santo convence al mundo de pecado. "Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia, y de juicio" (Juan 16: 8). El Espíritu Santo regenera e imparte vida eterna por medio de la palabra de Dios. "El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y vida" (Juan 6: 63).

Se debe notar que el original dice el "habiendo sido dado Espíritu" (5:5) dándonos a entender que nos fue dado de una vez; no tenemos que buscar más de él ni otra experiencia con él. Lo interesante es que Romanos 5:1 "Habiendo sido justificado empieza con el participio aoristo/pasado pasivo y termina esta sección con la misma construcción. Esto quiere decir que tanto la justificación como la llegada del Espíritu son eventos ya pasados y efectivos en sí. Además coincidieron en el mismo momento en que pusimos nuestra fe en Cristo nuestra propiciación.

En esta breve contemplación o mirada para atrás Pablo nos impacta con la gravedad del pecado del hombre pero cancelado por la muerte eficaz de Cristo. Toda la salvación fue por la gracia, medio proveedor a través de la sangre, medio meritorio y por la fe, medio divino/humano. Nos da una nueva posición firme ante el Juez justo y a la vez el Espíritu Santo en la regeneración nos imparte, nos otorga la vida eterna por la Palabra de Dios, dándonos una nueva condición. El edificará en nosotros la nueva vida de Cristo quien ahora mora en nosotros. En base de esta nueva posición legal y objetiva y la nueva condición moral y subjetiva, el Espíritu Santo hará su obra de santificación, el próximo tema que ocupará a Pablo en breve.

Tuyo en el Mensaje de la Cruz,
G. Ernesto Johnson