Gordon E. Johnson

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RETOS DESDE LA CRUZ

ROMANOS --LA VIDA ABUNDANTE EN UNIÓN CON CRISTO

ROMANOS  - VIDA ABUNDANTE EN UNIÓN CON CRISTO  (25)

El Espíritu actúa en la glorificación futura y en la oración actual

Romanos 8:19-27

Introducción

Ya que Pablo ha puesto en claro el ministerio del Espíritu en "el impío que cree" (Romanos 3:21-8:13), sigue describiendo la amplitud de su ministerio tanto futuro como actual.  Ha hablado con elocuencia sobre nuestro derecho de ser hijos de Dios, en verdad, herederos de Dios y coherederos de Cristo (Romanos 8:14-18).

Con este gran privilegio de intimidad pone la condición de nuestra identificación con Cristo y sus padecimientos: "Si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse (8:17,18).  Ni por un momento nos deja con la idea que es duro y difícil servir y/o sufrir por él. La glorificación nuestra nos aguarda y nos apremia.

Ante la expectación de los hijos de Dios   la creación por redimirse  Romanos 8:19, 20

Pablo ahora lanza el siguiente tema de la glorificación de la creación tanto de la tierra como los hijos de Dios. Los trata como si fuesen la misma cosa. Antes había desarrollado la condenación de la raza en el Primer Adán en 64 versículos (1:18-3:20), la justificación en 47 versículos de la raza en el Postrero Adán (3:21-4:25) y la santificación en 82 versículos (5:1-8:13). Ahora en 21 versículos expone la glorificación con sus aspectos actuales y futuros. El número de los versículos puede ser como una indicación del énfasis que Dios pone en estas doctrinas gloriosas.

El apóstol  bajo la inspiración del Espíritu habla de la totalidad de la creación divina que anticipa la futura manifestación o la glorificación de los hijos de Dios. Sigue enfatizando la suerte divina de los hijos de Dios en su glorificación. Toma nota de la frecuencia de la conjunción "porque" vinculando la glorificación de los hijos de Dios con la creación ya que Dios la creó "ex nihil". "Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar de los hijos de Dios" (19). Dios  los ve como una sola cosa, la obra de su designio soberano.

Toma nota de la perspectiva divina frente a lo que nos es la caída de nuestros primeros padres, el pecado que Dios permitió en esperanza de la realización de su plan venidero. Es interesante que el texto no haga ninguna referencia ni indirecta a la entrada del pecado por el hombre y mucho menos hace una sugerencia del rol del diablo. Dios ni permite la mención del nombre de su enemigo en este glorioso capítulo.

Cinco veces (vs. 19-22, 24) Pablo da principio a su razonamiento con la conjunción "porque".  Está forjando un argumento que deja exclusivamente el futuro en manos de Dios mismo. Él es soberano y reina por encima de todo bien y todo mal. "Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que (Dios mismo) la sujetó en esperanza" (8:20)  Dios no fue el autor del mal, pero lo permitió en esperanza para poner a todos bajo su misericordia y mostrar su gran amor (véase Romanos 11:30-36). 

Debemos percatarnos de que recurre ocho veces en este párrafo el concepto de la esperanza y el verbo esperar. Dios dejó entrar el mal sólo porque él tenía un mejor plan de  triunfar sobre el mal y glorificar tanto el mundo, obra de su mano que sufrió las consecuencias de Adán, como los hijos de Dios.  Génesis 1-3 no fue un arriesgo divino sino una parte de su plan para glorificarse a través de la restauración de la creación y la redención de los  hijos de Dios.

El papel soberano de Dios el Juez ante Satanás    una verdad libertadora

Es un principio bíblico que Dios ni toma en cuenta al tentador como un factor legítimo.  Es usurpador y Dios no lo reconoce; sólo lo maldijo y lo echó fuera (Juan 12:31).  En la larga descripción del pecado al principio del libro (Romanos 1:18-3:20), no hay ni mención del tentador como si pudiera jugar un papel digno de tomarse en cuenta.

Hay, sin embargo, un tratamiento histórico de la culpabilidad de Adán y Eva. Pero de esta manera no les permite ninguna excusa frente a la tentación y su caída. Cuando Dios les hizo las preguntas: ¿dónde estás tú? ¿Has comida del árbol de que yo te mandé no comieses? Adán echó la culpa a la mujer, y la mujer al tentador (Génesis 3:9, 11-13). Pero el pecado fue el pecado de ellos dos y Dios los juzgó debidamente.

Se ve este principio de no darle a Satanás ninguna publicidad en el famoso libro de los sufrimientos de Job. Es cierto que el diablo aparece ante Dios para presentar su queja en capítulo uno y dos. Pero después de estos dos capítulos, no hay ni mención de él. El diablo tiene que tratar con Dios, Job no tiene que tratar con el adversario directamente sino sólo con Dios mismo.  Dios le permite a Satanás la tentación cada vez poniéndole las condiciones limitantes. Job responde sólo a Dios y se queja con Dios.

Si hay una alusión indirecta al diablo, el autor no lo dignifica.  Adán y Eva y Job eran culpables por su propio pecado. Así en el caso nuestro. Nunca podemos echar la culpa al diablo o a un mal espíritu. Es el pecado nuestro confesado y perdonado que Dios perdona por la sangre de Cristo.

En Romanos 1- 8 no hay ni mención del diablo. Muy al final sí que hay una mención brevísima: "Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo sus pies" (16:20)  Pero es el acto solo de juzgarlo por Dios mismo.

Hay dos referencias bien sutiles en este capítulo de victoria (8) que pudieran referirse indirectamente al diablo, pero no lo dignifica el autor; viene en la forma de dos preguntas retóricas sin darle la dignidad de la mención: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; aun más, el que también resucitó, el que además está la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (8:33-34). ¡Qué preciosa verdad!  No tratamos  nunca con el diablo, sólo con Dios perdonador y victorioso. 

La glorificación de la creación divina a grandes rasgos futuros   Romanos 8: 21-25

Pablo afirma categóricamente que la creación en el plan soberano será libertada en esperanza de "la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios" (.21). Afirma que será una impactante glorificación de la creación, pero no nos define ahora lo que tal quiere decir y en qué consiste. Quedamos en espera de tal revelación.

Cuidado que no vayamos definiendo los detalles según nuestras ideas. Dios los retiene en su misericordia esperando el triunfo final. Apocalipsis declara: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. El que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas" (Apocalipsis 21:1,5).

Pablo introduce un concepto novedoso que aparece en ninguna otra porción. "Porque sabemos que toda la creación gime a una y a una está con dolores de parto hasta ahora" (22). El mal del hombre hizo estragos en el mismo ambiente, como si fuera una mujer en dolores de parto. Es el hombre que hizo sufrir la creación, la obra de la mano de Dios. Esto nos da una idea más clara de la extensión del mal que hizo sufrir a Adán, el virrey original.

Aplica Pablo aquel doble desastre a nosotros. "Y no sólo ella, sino que también a nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención del cuerpo" (23).Captamos lo muy vasto que era el plan salvífico que movió a Dios a sujetar en esperanza con el fin trascendental en beneficio tanto al mundo creado por "su poder y deidad" como a los hijos de Dios. Esto nos da un nuevo concepto de lo grandioso de nuestro Dios. Génesis 1-3 no fue el fracaso de Dios sino un paso hacia una glorificación mucho mayor de  lo que nos pudiéramos imaginar.

El plan trascendental de la glorificación divina

Esta verdad que nos orienta hacia la maravilla de la creación y la redención gira alrededor de  la esperanza.  La define bíblicamente: "Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos" (24, 25).El texto apela fuertemente a la paciencia, la fe echando mano del futuro que queda segurísimo en las manos victoriosas de nuestro Dios. Romanos ocho respira la confianza en el carácter de Dios que nos garantiza el futuro. Pero es un futuro nuevo tanto para los hijos adoptados como también para el nuevo mundo ya no contaminado de ningún mal.

Esta porción hace brillar nueva luz sobre la soberanía de Dios que ha triunfado sobre el mal sin mencionarlo. Todo fue hecho en esperanza que es y será la obra de su mano en glorificarse y a los hijos de Dios. Al usurpador y a la rebelión del hombre Dios ni les da una palabra.

Él reina sobre todo y nos promete una glorificación completa - nuevo cielo, nuevo mundo. "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 21:5; 22:4).

El ministerio actual del Espíritu Santo    la intercesión eficaz

Quizá nos sorprenda que no se haga mención clara de la oración en Romanos hasta aquí en Romanos 8: 26. Esto no es para minimizar la importancia de ella. Más bien deja la oración como el medio eficaz de mover la mano de Dios, no en la petición nuestra sino en la iniciativa del Espíritu mismo obrando en nosotros. El es activo, nosotros somos pasivos en ese sentido.

Nos enseña que la oración no es exclusivamente la obra nuestra sino que la verdadera oración nace en el Espíritu que mora y se mueve en nuestro espíritu. Sólo damos expresión en sumisión a su iniciativa y Dios responde según la iniciativa del Espíritu de Cristo. De esta manera Pablo vuelve al tema de la actividad del Espíritu en el creyente.

En toda área cristiana Dios es primordial y así recibe toda la honra y la gloria "a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor" (1 Corintios 1: 29-31).

Al introducir el tema de la oración Pablo la vincula con el tema anterior de la glorificación que es exclusivamente de Dios; tan segura es una verdad que la otra. "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles."(8:26). No hay mérito alguno ni en la fe humana ni en la oración nuestra.

La pura verdad es que no sabemos el futuro ni lo que sea para la honra y gloria de Dio. Sabemos que no es la petición nuestra que mueva a Dios; es más bien como la petición nuestra corresponde a la soberana voluntad de Dios en manos del Espíritu a quien dejamos que nos controle.  Aquí tenemos lo urgente de hacer morir las obras de la carne (8:13). 

Un caso personal: cuando oímos en 2007 que nuestra nietecita, Chloe Downey, a la edad de 13 años tenía leucemia aguda, cáncer de la sangre, Dios me dio como promesa Filipenses 4: 6, 7: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios con toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús".

Mi petición era evidentemente su sanidad. Pero no me prometió la sanidad. Otros morían. Pero me prometió guardar mi corazón en paz y en sumisión. Tres años después nos dio la petición hecha con acción de gracias. Durante esos largos 30 meses nos guardó en paz y pudimos dejar en sus manos la voluntad de Dios, no según nuestro criterio sino según el suyo. La sanó y acaba de graduarse de la preparatoria.

¡Qué consolación nos da este texto! Nunca estamos solos ante cualquier situación temible.  Si hacemos morir las obras de la carne (8:13), el Espíritu se encargará de dirigir nuestras oraciones precisamente a la voluntad de Dios. Quedamos en espera humilde para que él sea glorificado. La obra es de Dios.

No nos tocar llevar las cargas que le corresponden a Dios mismo. Pedro nos exhorta bien: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros" (1 Pedro  5:5-7).

El ministerio eficaz del Espíritu Santo en la oración en todo momento

Implícito en este texto: "Nos ayuda nuestras debilidades" Esto quiere decir que nunca somos infalibles, que no podemos equivocarnos estando en este cuerpo mortal. Nos conviene reconocer nuestros errores no importan los años que tenemos o los triunfos que Dios nos ha dado. La llenura del Espíritu no es para que tengamos la razón en todo sino para hacernos más humildes y más santos delante de él.

Pablo nos hacer saber que no hay la oración eficaz sin el ministerio del Espíritu Santo.  Tenemos la libertad de hacer nuestras peticiones con acción de gracias, pero Dios  responde sólo al Espíritu. "Mas el que escudriña (Dios mismo) los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (8:27).

Esta verdad subraya la importancia de andar en el Espíritu y no resistirlo (Hechos 7:51), ni apagarlo (1 Tesalonicenses (5:19), ni entristecerlo (Efesios 4:30).  La vida crucificada es la vida llena del Espíritu. No podemos tener una sin la otra; por eso la tremenda importancia de obedecer por fe los pasos de la victoria dados en Romanos 6: 6, 11-14. Bajo esta condición: "Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (8:13); el Espíritu ayuda nuestra debilidad.

No es falta de fe decir de corazón sumiso: "Que se haga la voluntad de Dios". No se dice de manera fatalista sino dejando en manos de Dios el resultado, sea lo que fuere. Pablo pidió tres veces que se le quitase ese aguijón de Satanás. Pero Dios tenía algo más importante de hacer en la vida de Pablo, tratar con el presente orgullo por las revelaciones dadas. Pablo la aceptó dirigido por el Espíritu que evaluó su petición según la bendita voluntad de Dios. "Bástate mi gracia; por mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo" (2 Corintios 12.8, 9).

G. Ernesto Johnson