Gordon E. Johnson

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RETOS DESDE LA CRUZ

ROMANOS --LA VIDA ABUNDANTE EN UNIÓN CON CRISTO

ROMANOS  VIDA ABUNDANTE EN UNIÓN CON CRISTO  (27)

"Más que vencedores por medio de aquel que nos amó"

Romanos  8:31-39

Introducción

Pablo está a punto de terminar esta sección magistral de Romanos 1-8. Este capítulo es como Monte Pisga (Deuteronomio 34:1) desde el cual el apóstol a los gentiles ve la Tierra Prometida: la glorificación de los hijos de Dios y la nueva tierra y el nuevo cielo.

En Romanos 1-8 Paul ha trazado el incomparable plan de Dios que desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura ha delineado la condenación del pecador y la iniciativa de Dios trino en enviar a su amado hijo. Pablo revela el gran cómo Dios pudo declarar justo al "impío de cree" en base de la muerte vicaria de su hijo y a la vez mantener intachable su trono de santidad y justicia. Lo hizo por su propia cuenta pero a costo personal e infinito.  El camino de Dios trasciende nuestra pobre comprensión, pero en amor nos escogió, nos llamó, nos justificó y nos glorificó.

Por medio de las cinco verdades maravillosas (8: 28) y las cinco proposiciones teológicas (8:29,30), podemos contemplar nuestra herencia como hijos de Dios. Romanos 8 es el capítulo por excelencia del Espíritu Santo con unos veinte referencias a su ministerio a nuestro favor; todo esto nos queda garantizado para nuestro ánimo y la constancia de nuestra fe. Pero queda aún más por concluir en un vuelo final de éxtasis espiritual

Cinco preguntas arrolladoras nos dejan pasmados

Parece que a Pablo le cuestan palabras para expresar la certidumbre de  lo que sigue. Hasta ahora en Romanos con una gran calma y serenidad ha trazado el plan de Dios. Ahora no puede más que exclamar en pleno júbilo.

1.)  "¿Qué, pues, diremos a esto?" La conjunción, "pues", no es una palabra sin valor que llena el espacio sino en la lógica quiere decir: en base de lo establecido antes, hay consecuencias futuras aun más grandes.  Toma en cuenta todo lo anterior del capítulo ocho para que el oyente capte el tremendo impacto de la obra de la Cruz.

Es un asunto de la interpretación cómo se toman estas cinco preguntas retóricas. Pero puede  haber una serie de preguntas o preguntas y respuestas. Responde Pablo: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (8:1). Ya que Dios es por nosotros, la respuesta es rotundamente a favor nuestro. Ni hay ni por qué hacer la pregunta.

En Cades-barnea antes de poder entrar en la Tierra Prometida, Israel estaba en una "y griega": entrar en ella de una vez por fe o rebelarse. Diez espías dijeron fuertemente que no, los pretextos que pusieron fueron las ciudades amuralladas, la gente más poderosa, etc.

Pero Caleb y Josué con otro espíritu dijeron: "Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye lecho y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos, como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis" (Números 14: 8-9; Deuteronomio 1; 19-40). Éste es el espíritu de la primera pregunta.

2.) "¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?" Esta vez el razonamiento divino viene antes de la pregunta. La lógica es irresistible. "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las  cosas?" (32).

¡Qué argumento tan convincente! Es inconcebible creer que si Dios vació al cielo, por decirlo así, no nos vaya a faltar en este momento crítico de nuestra jornada.

Contempla por un momento : "El cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre para que en el nombre de Jesús se doble toda  rodilla . . . y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre"(Filipenses 2:6-11).

Pablo subraya la gloriosa verdad de que si Dios nos dio a su hijo, ¿puede haber en él la mezquindad en no poner a nuestra disposición todo lo que nos falte?  Los recursos celestiales son nuestros en todo momento de prueba. Es cuestión sólo de aprovecharnos de ellos.

3.) "¿Quién acusará a los escogidos de Dios?"  La respuesta es sucinta y categórica. "Dios es el que justifica" (v.33).  Esta pregunta no vale ni comentario por parte de Pablo. Sería como si hubiese  hablado la Corte Supremo, dando el "fiat" o decreto y alguien de poco valor se hubiera quejado. Es preciso aceptar el veredicto de arriba. Nadie puede ponernos en duda ante Dios. Ahora él nos ve como ve a su propio amado hijo.

Contempla esta introducción: "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos habló por hijo (en el original no hay artículo. Habló por la esencia de hijo), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual siendo el resplandor de su gloria y la imagen misma de sustancia, y quien sustenta todos las cosas con la palabra de su poder, haciendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (Hebreos 1:1-3). El hijo eterno del Juez es nuestro defensor y pone a nuestra cuenta sus méritos eternos.

Quizás aquí podamos sugerir una referencia indirecta a Satanás, sin darle el honor de ser mencionado aun de paso en este glorioso capítulo. "Entonces oí una gran voz en el cielo que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte" (Apocalipsis 12:10,11).

El Mensaje de la Cruz es nuestra armadura completa; quedamos protegidos por la sangre de Cristo y la aplicación de vida crucificada: "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3:3).

4.) "¿Quién es el que condenará?" Hay cierto progreso en el pensamiento aquí. Uno puede  acusar a otro sin base alguno, pero el que condena tiene el derecho de mantener su condena. Pablo responde con una amplia defensa doctrinal: "Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (v.34) Aquí tenemos en forma concisa la centralidad de  la persona y la obra de Cristo. Esta defensa basta para callar para siempre cualquier condenación  de parte del diablo, el mundo o la conciencia.

Frente a cualquier condenación bastan las cuatro etapas del Mensaje de la Cruz.

a.)  "Cristo es el que murió" En la muerte vicaria de Jesús él tomó nuestro lugar, nuestro substituto puesto como nuestra propiciación por Dios. Además su muerte nos era representativa y judicial, es decir, participamos vitalmente en aquella muerte de tal manera que Dios juzgó definitivamente  naturaleza vieja para que no reinase en el creyente. Ese aspecto de la muerte de Cristo es la parte íntegra de la nueva libertad del creyente de toda clase de condenación.

Claro que la muerte vicaria es única y singular y merece la frecuente atención dada a ello; es el enfoque de la justificación. Pero la omisión de la valiosa verdad de nuestra muerte con Cristo es la causa de mucha derrota y fracaso en el creyente. Nuestra identificación y nuestra participación en su muerte es el enfoque de la santificación. Romanos 6:1-14 se dedica a esta verdad complementaria. La carga de mi corazón es precisamente hacerte conocer ese aspecto subjetivo que acompaña el aspecto objetivo de la justificación.

 

b.) "Mas aun, el que también resucitó"  La resurrección de Cristo es el sello público de la plena aceptación por Dios mismo de la obra de la Cruz.  Los lazos de la muerte no pudieron encerrarlo.

Cristo la tumba venció, y con gran poder resucitó;

De sepulcro y muerte Cristo es vencedor, vive para siempre nuestro Salvador;

¡Gloria a Dios! ¡Gloria de Dios! El  Señor resucitó.

(Robert Lowry, 1874; trad. G. P. Simmonds)

Es imposible exagerar la importancia de la resurrección que lleva para siempre el imprimátur de Dios Padre. Era la nota triunfante de la iglesia primitiva y la fuente de su gozo y constancia.

c.) "el que además está a la diestra de Dios" La ascensión de Cristo es el zenit de la obra de la Cruz; su importancia se ve en el Día de Pentecostés cuando Cristo bautizó a los 120  reunidos en al aposento alto con el Espíritu Santo según la promesa del Padre.  La venida del Espíritu fue un bautismo irrepetible en que Dios inauguró la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.  De manera sin igual el Espíritu mora en la Iglesia como su cuerpo místico. El Espíritu nos abre nuevos horizontes en los cuales ahora nos corresponde andar.

d.) "el que también intercede por nosotros"  El ministerio actual de Jesús, un ministerio eficaz, se lleva a cabo ante su Padre presentándole el valor de su sangre y sus méritos de su persona y muerte única. De esta manera se presenta a sí mismo ante el Padre día y noche. Éste es el glorioso mensaje del libro a los Hebreos. Nuestro sumo sacerdote aparece ante su Padre como nuestro abogado, nuestro "hermano mayor".

Hebreos es un libro dedicado es este tema. Vale la pena oír su mensaje: "Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estado de sus pies. Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo" (Hebreos 10:12-15).

5.) "¡Quién nos separará del amor de Cristo" Llegamos a la quinta pregunta retórica. Pabló ahora agota la fuerza de la lengua en sugerir semejante cosa o persona que pudiera separarnos del amor de Dios. No lo hay, pero sugiere lo peor que se puede imaginar. Con una serie de 7 cosas pésimas sigue lo negativo: ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito; Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero" (v.35, 36; Salmo 44:22).

El colmo de argumento  "antes, en todas esta cosas, somos más que vencedores" Romanos 8:37

Pablo ya está listo a sacar su conclusión de esta sección y la de la larga trayectoria de la condenación a la glorificación. "Antes, en todas estas cosas, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (v.37). Ésta es la palabra final; Pablo sugiere que aun si todas estas cosas negativas pasaran, nunca podrían derrotarnos. Nuestra victoria en Cristo no depende nunca de las circunstancias, ni favorables ni desfavorables.

Pero queda otra verdad implícita muy importante. El texto agrega "por medio de aquel que nos amó". Sería muy fácil pasar por alto esta frase, atribuyéndola al gran amor de Dios sólo en términos generales de haber enviado a su hijo al mundo.  Ese gran amor sí que es una gloriosa verdad.  El versículo clave viene a la mente: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).

Pero hay mucho más que Pablo quiere destacar en el amor de Dios para con el creyente en Cristo. En su gran amor nos juzgó de una vez la naturaleza humana, la gran barrera de la obra del Espíritu Santo.  De esta manera canceló el poder de esa naturaleza (Romanos 6:6).

Las dos grandes verdades en el evangelio que se complementan en la vida del creyente 

Considero que estas dos verdades se deben tomar muy en cuenta por que proveen  la verdadera base de la vida victoriosa. Empieza con la justificación y nos lleva a la santificación en unión con Cristo.

1. Jesús, mi substituto, murió en mi lugar; es Cristo por mí.  Ésta es la base de mi justificación, mi posición firme y segura ante el Juez divino.  Este mensaje se oye  muchísimo a través de América Latina y con buena razón. Pero puede ser un evangelio truncado, si es lo único que se oye y se predica. Si no se incluye el Mensaje de la Cruz, quedamos con nuestras mejores fuerzas tratando de imitar a Cristo. Eso nos lleva una profunda frustración como en el caso de  Pablo en Romanos 7:7-25. La vida cristiana no se puede llevar en la energía de la carne, aun con las mejores intenciones.

 

2. La otra verdad es de igual manera clave e importante: Cristo en mí y yo en él. Es la verdad de que  Jesús habló en el aposento alto: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador . . . Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en  mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan  15:1,4, 5)/  El creyente se goza de una relación orgánica y espiritual con Cristo. Cristo mora en el creyente y sólo a él le toca permanecer en esta  unión con Cristo; es un verdadero injerto.

Pablo usa otra figura para expresar esta misma verdad, nuestra muerte con Cristo en la Cruz. Yo estoy muerto en él en su "muerte al pecado" (Romanos  6:10); conociendo esto, he sido co crucificado con él, para que el pecado sea cancelado, su poder rendido nulo en mi, para que no sirva más el pecado (paráfrasis de Romanos 6:6). En esa muerte judicial Dios juzgó de una vez mi naturaleza pecaminosa y  rompió su dominio sobre mí. Desde este nuevo punto de partida el creyente anda en fe y confianza.

Otro matiz del amor de Dios   el Mensaje de la Cruz

Para comprobar este segundo aspecto de nuestra unión con Cristo, Pablo se refiere a esta misma verdad: "Por medio de aquel que nos  amó."  Dio su propio  testimonio ante Pedro y los hermanos de Antioquía en ese famosos choque. Este aspecto tuvo en Pablo un tremendo impacto. "Con Cristo he sido co crucificado (tiempo presente perfecto  en el original más acertado)  y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".

En el primer verbo de Gálatas 2:20  Pablo usa el tiempo presente perfecto: "He sido co crucificado. Este tiempo se remonta a un evento clave pero pasado, sin embargo cuyo impacto sigue hasta el presente momento. Tal fue nuestra muerte judicial con Cristo en la Cruz, evento no repetible.  

En los últimos verbos del versículo 20 usa el aoristo, el tiempo pasado, para indicar cuando le tocó esta muerte; fue precisamente en la Cruz hace años atrás. Dios le reveló allí su gran amor en que Pablo murió espiritualmente en Cristo en esa muerte al pecado. Ahora vive con él en esa plena unión. Ahora muerto de una vez y resucitado, Cristo lleva su vida en él. No se puede agregar nada ni quitar nada de la eficacia de esa muerte. Nuestros esfuerzos no dan ningún resultado.

Tal es la posición de cada creyente. Pablo da el consejo al creyente de Gálatas por decir que debe contarse muerto y vivo (Romanos 6:11-14)  y "hacer morir las obras de la carne" (Romanos 8:13): "Pero los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gálatas 5:24).

El creyente parte de tal muerte y la mantiene por fe por medio del Espíritu Santo. Es algo ya hecho y sólo le toca al creyente aceptarlo y gozarse de la victoria. No depende de nuestros esfuerzos sino lo que Dios hizo en la Cruz de una vez.  Debemos tomar nota de que el hecho de ser más que vencedores es el resultado  preciso de esta unión e íntima relación con su muerte. En breve, es el gozo de la vida crucificada y resucitada en el poder del Espíritu.

El Dr. Huegel, mi mentor, solía decir: "Esta verdad gloriosa de nuestra muerte con Cristo al pecado es la cuerda perdida en la sinfonía de la vida cristiana." Casi no se oye. Por eso mi carga personal es que sea descubierta de nuevo. Esta verdad me cambió el rumbo de mi vida y ministerio. Con Cristo estoy juntamente crucificado. Hay gozo y libertad en llevar una vida crucificada y en torno  permite el libre acceso  al poder del Espíritu Santo.  La vida crucificada es la vida llena del Espíritu Santo.

Al terminar su carta apasionada a los Gálatas, agarrada la pluma, Pablo escribió con su propia mano en letras grandes: "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión  vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva criatura." (Gálatas 6: 11, 14,15).

La última palabra segurísima   Romanos 8:39

Pone fin Pablo a esta larga sección de Romanos 1-8 con la elocuencia que no permite ningún comentario: "Por lo cual, estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, no lo presente, no lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (v.38, 39).

Romanos ocho empezó con ningún tipo de condenación y termina con ninguna separación del amor de Dios. Debe resonar en nuestro corazón la verdad sublime del amor de Dios. Ese atributo fundamental de la persona de Dios interactuó con su santidad/justicia y por la iniciativa divina halló la manera a costo infinito de justificar y glorificar al creyente.

Lo hizo el Dios trino sin que el creyente contribuyera nada menos que la fe que acepta de una vez  la pura gracia de Dios. Al fin de cuentas el creyente queda transformado y Dios mismo glorificado.

La doxología al contemplar la gracia de Dios   Romanos 11: 33-36

En los tres capítulos Romanos 9-11, Pablo sondea lo profundo de los propósitos eternos de Dios en  escoger a Abraham  y a David, su pueblo Israel en el Antiguo Testamento. De esta manera puso el fundamento para el Nuevo Testamento y la obra maestra de su Hijo en morir, resucitar y enviar al Espíritu Santo con la inauguración del cuerpo de Cristo.

Pablo  anticipa la realización final de los caminos de Dios. Bajo la inspiración del Espíritu  nos exclama:

"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!

¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

Porque de él, por él, y para él, son todas las cosas.

A él sea la gloria por los siglos. Amén."

Romanos 11: 33-36